La solución espacial se configura mediante tres elementos claros e íntimamente relacionados:
El primer elemento lo conforman dos planos, un gran plano hacia la
calle Alcántara que es a la vez cubierta de la piscina y suelo
de las pistas deportivas, y el plano del suelo a cota cero, que se
prolonga hacia la zona verde con pequeñas variaciones de
materiales y cotas.
El segundo elemento es una torre que se proyecta adosada a la
medianera, resolviendo dicha herida urbana y facilitando una
orientación sur a sus espacios.
Por último, el parque como tercera pieza del conjunto que juega
un importante papel de relación (física y visual) entre
el edificio y la ciudad.
La respuesta proyectual viene determinada, en gran medida, por los
propios condicionantes de la parcela y las relaciones de la misma con
la ciudad. Asumida la ruptura de la tradicional manzana cerrada del
ensanche de 1860 de Castro para Madrid, la propuesta se adapta al solar
generando fachada a la calle, buscando las mejores condiciones
climáticas y de soleamiento a sus espacios, y resolviendo la
nueva situación derivada de la demolición de las antiguas
cocheras de la EMT mediante una propuesta volumétrica de escala
adecuada.
El parque se concibe en completa relación con el edificio. Por
un lado, a través de las visuales que se generan entre el mismo
y el espacio principal de la piscina. Por otro sirviendo de acceso
auxiliar a las pistas deportivas. No se entiende, por tanto, como una
pieza aislada sino como un elemento más del proyecto. Se
proyectan suaves movimientos del plano del suelo que permiten generar
volúmenes de tierra vegetal capaces de albergar árboles y
vegetación de mayor tamaño. Estos movimientos del terreno
se concentran en ámbitos acotados que sirven de zonas de
estancia en sombra, que acotan y organizan funcionalmente esta zona
verde.